Raro volver a escribir después de tanto tiempo...
Tras un tiempo, vuelvo quitándome el polvo y el hastío dispuesto a volver a rodar y a vivir as long as I fly.
Y qué mejor que comenzar el año que saliendo en moto con un par de amigos. Yo con mi GSR y dos GS1200. La cosa no empezó muy bien la moto me hizo su primer reproche por cogerla poco, no arranca. Menos mal que vivo en cuesta, así que la tiro calle abajo y tirando.
La ruta prometía, una ruta entre pueblos por los que no había pasado nunca. Carreteras estrechas para no ir muy rápido y con buenas vistas para parar, echar unas fotos y reírnos de la pinta que llevamos con la ropa de invierno y como se nos ciñe al pancín.
A recordar: nunca valláis con una naked a una ruta sugerida por uno que lleva una GS, no va a acabar bien.
"Hay un tramo de carretera bacheada, pero con la GSR lo harás bien", todavía resuena la frasecita en mis... riñones. Llegamos hasta Corral de Calatrava y enfilamos la dichosa carreterilla bacheada, perfecta para divertirse con una GS y con una GSR, hacerse polvo los codos. Pero bueno, tampoco me voy a quejar mucho, estaba divertida sobre todo cuando se te duermen los brazos y ya solo sientes los baches en la espalda. Además no daba tiempo a aburrirse, continuamente riñendo con la moto para que los baches no me saquen de la carretera a oler los chaparros.
Después de ir y volver por la misma carretera llegamos a Alcolea de Calatrava y un amable señor nos indica la "carretera" para ir a Corral y volver al pueblo a tomarnos algo.
Al salir de Alcolea llegamos a una encrucijada, "¿Por dónde quieres ir?" me preguntan los cachondos. A izquierda y derecha un camino de tierra y al frente uno con lo que parece asfalto echado con paleta de albañil. "Que sea lo que Dios quiera, por donde queráis".
Paramos al lado del río Guadiana, con la suerte de que al plantar el pie, la primera hacienda, pisar una mierda -no puede faltar el toque escatológico que tanto nos gusta-, vaya mañanica.
Por lo menos os dejo unas fotillos de la zona del río Guadiana, sin rio.
Pero vamos que no me estoy quejando, saben que la volvería a hacer. Y como lo último que se pierde es el sentido del humor aquí me tenéis después de toda la fiesta acumulada de las navidades y de pensar que no pasaría nada por tirar de un hilillo que le había salido al soto casto.
Nos vemox.